HISTORIA DE LA ALIMENTACIÓN DE PERROS Y GATOS DESDE LA ANTIGÜEDAD

Hoy en día, la forma en que alimentamos a nuestras mascotas nos parece obvia. Abrimos un paquete de pienso, una lata de paté y listo. Paradójicamente, la amplia variedad de la oferta hace que la cosa sea más compleja: pienso para perros, "comida húmeda", dieta mixta, Barf, dieta vegana... ¡Puedes perderte! En realidad, la alimentación de perros y gatos (pero sobre todo la de los perros) no ha dejado de evolucionar a lo largo de los siglos, pasando de ser sumamente simple (sin ser por ello menos equilibrada) a muy elaborada.

Los perros y los gatos han entrado en nuestras vidas domésticas en diferentes etapas de la evolución humana, cada uno con un papel particular que desempeñar a nuestro lado. Desde la prehistoria, es el perro quien quizás ha acumulado un mayor número de misiones: guardián, cazador, guerrero, perro pastor, y finalmente un simple compañero en nuestras vidas diarias. Sin embargo, su alimentación nunca fue una preocupación, excepto cuando se trataba de perros de trabajo, que necesitaban cuidados especiales.

Una alimentación adaptada a la misión de cada uno

Desde la antigüedad, los pensadores e incluso los poetas más eminentes no eran parcos en lo que a recomendaciones alimentarias se refiere, especialmente porque nuestros antepasados ​​grecorromanos y galos mostraban una verdadera pasión por los perros (recordemos la prolífica e interesante iconografía que nos ha llegado a lo largo de los siglos, en particular gracias al redescubrimiento de Pompeya). Una pasión que no conocía fronteras, ya que en el mismo Oriente, los persas cuidaban con atención a sus canes, mientras que Egipto es célebre por su deificación del gato y el inmenso respeto que le tenía (respeto que llegaba hasta condenar a muerte a quien matara a un felino). Según el "trabajo" del perro, su dieta tenía que ser la adecuada. Estos son los inicios de las recomendaciones que conocemos hoy en día.

Perro campesino, perro noble: ¡no comen lo mismo!

Perros, humanos, la misma lucha: la calidad de su comida ha estado condicionada durante mucho tiempo por su entorno social. Así, antes de que los perros entraran en todos los hogares del mundo occidental y cuando servían sobre todo como simples auxiliares de trabajo, era esencialmente una dieta tipo "corral" la que prevalecía. Los perros, pero también los gatos, se alimentaban así con las sobras de la mesa de los humanos y sus excedentes de comida, que constituían una dieta variada y no tan desequilibrada como podríamos imaginar. Tanto los felinos como los perros también eran perfectamente libres de completar esta base con lo que cazaban... ¡o robaban! Aún hoy en día, en cuanto pueden... ¡no se privan de hacerlo!

Sin embargo, había una excepción: los perros de caza. ¡Porque un perro de caza no debe comer cualquier cosa! A la vez velocista y corredor de fondo, el perro de caza es un deportista que por tanto debe recibir una dieta de atleta, equilibrada, compuesta de proteínas (carne de buey o restos de las piezas de caza), materias grasas y fibras. En Francia e Inglaterra en particular, muchos aristócratas se distinguieron en la redacción de tratados sobre caza, que siempre incluían un capítulo sobre el cuidado de la alimentación de los perros.

En cuanto a los pequeños perros de compañía, que primero se encontraban exclusivamente en hogares nobles y luego burgueses, no era raro que estuvieran "demasiado consentidos"... y, por así decirlo, ¡atiborrados de chucherías y otros alimentos no adecuados para su equilibrio!

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Una alimentación más pensada

Sorprendentemente para nosotros a día de hoy, la dieta de los perros a base de pan, practicada como hemos visto desde la antigüedad y a lo largo de los siglos, continuó al menos hasta el siglo XIX.

Fue gracias a la Revolución Industrial que la alimentación del perro comenzó a cambiar, además de seguir nuestra propia evolución: con la aparición de la clase media, los hábitos, especialmente alimenticios, cambiaron y la mayoría de canes y felinos domésticos se fueron convirtiendo gradualmente en mascotas. ¿Acaso era todavía posible alimentarlos con sobras de la mesa, es decir, restos, mientras se estaban convirtiendo en miembros de la familia? En la década de 1830, el célebre naturalista Grognier y Eugène Gayot, director de las ganaderías de Pin y Pompadour y autor de numerosos tratados sobre animales domésticos, abogaban por una generalización de este tipo de alimentación, junto con otras recomendaciones: por lo tanto, había que darles pan, de acuerdo, pero también carne, y nunca de forma exclusiva, porque esto podría perjudicar la salud de los perros. Había que evitar la obesidad a toda costa (¡ya por aquel entonces!), y cocer los vegetales para que fueran más sabrosos y nutritivos.

1860: nace la industria del pet food

Alrededor de 1860 nació en Estados Unidos la producción a gran escala de una alimentación estereotipada, gracias a la iniciativa de un tal James Spratt, considerado hoy en día como el inventor del pet food (comida para mascotas).

Su maniobra, sin embargo, partía de una observación sumamente prosaica: al ver a los marineros desembarcar en el puerto, había detectado que los perros callejeros se deleitaban con las sobras de las galletas que los hombres mordisqueaban a bordo para aguantar sus largos viajes. Galletas hechas con harina, agua y por supuesto sal, para conservarse mejor. ¡No hay que ser un gran erudito para ver aquí el modelo para el pienso que ahora damos a nuestras mascotas! Spratt apostó por la demanda de los dueños de mascotas de alimentos fáciles de conservar y distribuir. Y es sobre el modelo de las galletas de los marineros que creó las primeras galletas para perros: Spratt's Meat Fibrine Dog Cakes.

Los gloriosos 30 y la llegada del pienso

Justo después de la guerra, las latas de paté reaparecieron en Estados Unidos y se exportaron a Europa a mediados de los años 50. Fue precisamente en 1956 cuando se produjo el primer pienso seco mediante un proceso llamado extrusión, un método que se utiliza para producir grandes cantidades de alimentos de larga duración (como los copos de maíz). El proceso es simple: los ingredientes húmedos y secos se mezclan para formar una pasta, luego se hornean a una temperatura muy alta antes de extruirlos a través de una máquina troqueladora, lo que da como resultado las pequeñas formas sólidas que conocemos: el pienso. Una vez perfeccionado el proceso de fabricación, había que convencer, como había hecho Spratt en su época, a los propietarios de la importancia de alimentar a sus mascotas exclusivamente con este tipo de alimentos. Estamos en los años 60, en plena edad de oro de la publicidad... Muy rápidamente, el pienso ocupó el centro del mercado de la alimentación para mascotas, así como los armarios de los consumidores: estudios realizados a finales de los años 70 demuestran que entre 1963 y 1975, la producción de alimentos secos se quintuplicó en los Estados Unidos, y que la población de carnívoros domésticos creció 10 veces más rápido que la población humana... ¡y de ahí el desafío de los pet-fooders para alimentarlos!

El uso de la extrusión se expandió considerablemente en las décadas de 1960 y 1970, y las empresas fueron introduciendo gradualmente todo tipo de sabores y variedades. Para diferenciarse de sus competidores, la marca Hill's lanzó una brillante idea en los 80: el denominado pienso “por prescripción”, adaptado a varios tipos de dolencias (especialmente, a la insuficiencia renal y hepática) o para los problemas de sobrepeso.

¿Y en la actualidad?

Después de pasar del pan y la leche a la carne y las verduras, y finalmente al pienso, ¿nuestros perros y gatos comen realmente mejor hoy en día? A principios del siglo XXI, el estado del conocimiento científico en el campo de la nutrición ha mejorado considerablemente. Si durante varias décadas el pienso fue valorado como el modo de alimentación más práctico y equilibrado desde un punto de vista nutricional, el impacto del proceso de extrusión en la composición nutricional del pienso es cada vez más discutido: de hecho, todos los ingredientes (incluso los de alta calidad) se cuecen a las mismas temperaturas extremadamente altas y luego se secan después de la extrusión para eliminar la humedad. Lo que podría suponer un riesgo para la salud de los animales...

Lo cierto es que nuestros perros y gatos han seguido, durante el último siglo, nuestra evolución alimentaria: a medida que consumimos más productos procesados ​​que se producen y distribuyen en masa, ellos han seguido la misma tendencia. Sin embargo, desde hace veinte años, por parte de los humanos, los efectos nocivos de los alimentos industriales han sido ampliamente documentados y se ha fomentado cada vez más el retorno a una alimentación sana y tradicional. ¿Están nuestros animales a punto de experimentar el mismo cambio de tendencia? Quién sabe, quizás mañana volvamos a alimentar a nuestros perros a base de pan y caldo de carne, con la esperanza de mantenerlos sanos y en forma el mayor tiempo posible. "Que tu alimento sea tu medicina"... ¡Ya lo dijo Hipócrates, hace 2400 años!

PUBLICADO EL 22/10/2020 - HECTOR KITCHEN, TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS

Por el equipo médico y científico Hector Kitchen

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